Publicado 29/04/2020

El fútbol se cuece por arriba y por abajo

Grupo de niños en las inmediaciones de los Rosales cuando el área circundante todavía no había sido urbanizada. Foto: otoño 1992.

El fútbol se ha gestionado en Caspe a lo largo de sus casi cien años de vida en cuatro terrenos de juego oficiales pero también, en otros muchos lugares donde bastaba poco para su práctica

Quizás, dos de las razones del triunfo mundial del balompié hayan sido, por un lado, que sus reglas eran muy sencillas (el tiempo las ha complicado sobre manera) y por el otro, que también era muy sencillo practicarlo, bastaban dos montones a modo de portería y algo con lo que pegarle con los pies, para iniciar su juego.
Y bajo estas premisas habría que contextualizar el fútbol de los niños durante varias décadas. Fútbol que progresivamente asciende de nivel hasta llegar a su máximo exponente: el profesionalismo y su visionado tanto en los estadios como a través de la televisión.
En la pequeña sociedad caspolina y en los últimos cien años, siempre ha habido un espejo en el que todos han podido mirarse. El Club Deportivo Caspe ha significado ese faro que ha convivido con otros compañeros de viaje (ciclismo, boxeo, automovilismo, pesca… como más lejanos, y baloncesto, balonmano, tenis, sala, rítmica, patinaje… como más cercanos) y que ha congregado afición de todas las edades, en las gradas y sobre el campo.
En la actualidad los medios han mejorado mucho y se ha estandarizado el césped artificial, las indumentarias, desplazamientos, entrenadores, árbitros y un engranaje que permite competir en torneos y campeonatos federados.
Pero hoy queremos dejar constancia, con esta postal, de ese otro mundo del fútbol al que muchos hayamos pertenecido y por el que, posiblemente, transitáramos sin percatarnos. Sirva esta imagen como testigo, aunque cualquier otra también podría haber servido, para identificar la raíz del juego.